Famas versus cronopios

Víctor J. Flury
Tomado de opinión de periodico La NAcion

El fama es un tipo que premedita las cosas y no se desvía de su agenda, alguien que jamás olvida el paraguas y lo que corresponde. El cronopio, todo lo contrario, apuesta al azar, no confía en los decretos, es muy agradecido y tiene el don de ver lo hermoso y de fabricar "murmúsica".
El escritor Julio Cortázar los definió más o menos así varias décadas atrás y pensó que ambos, incomunicados como estaban, no harían el amor ni la guerra entre ellos.
¡Gris error! Si Julio se levantara de la tumba, no daría crédito hoy a la noticia: los famas acaban de atacar a los cronopios, aunque usted no lo crea; y lo hicieron adrede, al apoyar el deseo de nuestro presidente Arias de mudarse -él, sus oficinas y demás bártulos- al hogar de estos últimos, el CENAC.
La ocurrencia de los famas, cierto, fue extemporánea aunque no sorpresiva. Atentos a su lógica, vieron exclusivamente el aspecto edilicio, la faz técnica de un proyecto en ciernes, y visionaron el futuro Centro Cívico y los senderos que se bifurcan a su alrededor.
Gracias y musas. Arrastrados por su manía rediseñadora, los famas omitieron a los inquilinos del lugar, inquilinos acreditados y simbólicamente establecidos. Es decir, no contaron en sus planes con los hacedores de cultura, la humanidad cronopiana que se las arregla con menos del 1 por ciento del presupuesto, atenida a la norma ética de que "el poderoso me da mucho si no me quita nada y me hace mucho bien si no me hace ningún mal".
Por ahí se inició y camina ahora un interrumpido debate, y la promesa oficial también de formar una Comisión encargada de discutir el tema. La nueva Ministra de Cultura ya dijo que no quiere -en un estilo mitad cronopio- que la sangre llegue al río.
Será interesante, pues, el próximo capítulo, no solo por el enfrentamiento de dos mentes asimétricas, sino porque en una de esas emergen los genuinos problemas del quehacer cultural y artístico en Costa Rica.
Un quehacer de cronopios que el Estado debe incluir en su lista de prioridades y no dejar al garete ni únicamente en manos de las Gracias y las Musas.