CENAC: centro de disputa entre artistas y gobierno

Por Manuel Delgado
Adaptación Teletica.com

A finales del siglo XIX un alemán que pasó por San José pintó, desde donde hoy es el Parque Nacional, la vista de la ciudad.
En ese entonces el Teatro Nacional no estaba terminado, por lo que él lo imaginó blanco y no con el techo rojo con que fue inaugurado.
En un primer plano, Lagemberg, como se llamaba el extranjero, estampó las imágenes de la Fábrica Nacional de Licores (FANAL). Uno de los edificios lleva en su frontispicio la fecha de su fundación: 1887.
Pero en realidad la FANAL es mucho más vieja.
Con la sola excepción de algunas iglesias, como la de Orosi o la de Nicoya, ese edificio es el más antiguo del país.
Fue construido a mediados del siglo XIX, hace 150 años, en plena guerra contra los filibusteros.
Fue Juanito Mora el que impulsó la creación de una casa de licores, un negocio que, en su criterio, podría financiar al gobierno.
Los primeros muros que se levantaron fueron los de su parte frontal, u oeste, que sirvió para almacenar licores y albergar oficinas administrativas. Esas paredes, que tienen al centro la puerta principal, llevan siglo y medio de pie.
El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo realiza una de sus actividades, de hecho, su más reciente inauguración. Ese es el único museo en su género en toda Centroamérica y una de las más prestigiosas instituciones culturales de América Latina.
Los muros de ese museo también se levantaron en esa época, hace 150 años, y albergaron la bodega de licores finos, que se almacenaban en miles de barricas de madera. Es un enorme edificio de paredes de piedra y horcones de madera de roble del Caribe, una especie que ya no se cultiva en el país.
Otras dos edificaciones son también de mediados del siglo XIX: la Torre de Piedra de Pavas y la sede de la Galería del Deporte, que en su momento fueron bodega de licores finos y un laboratorio, respectivamente.
De 1886 y 1887 son el llamado Cañón, una hermosa estructura de ladrillo, y la sede del Teatro 1887, originalmente bodega de licores compuestos.
Ese complejo de edificios que hoy llamamos Centro Nacional de Cultura (CENAC), sede del Ministerio de Cultura, es un resumen de muchos años de historia, de muchas épocas y de muchas arquitecturas.
En 1981, la Fábrica fue trasladada a Grecia, y comenzó una época de estiras y encoges.
Los trabajos de remodelación, muchos financiados con donaciones internacionales, se llevaron años, hasta que el 21 de febrero de 1994 lo que durante siglo y medio había sido Fábrica de Licores se convirtió en Centro de Cultura.
Y así se ha mantenido, hasta que el nuevo presidente, Oscar Arias Sánchez, puso los pelos de punta a muchos anunciando su interés de trasladar la Casa Presidencial a ese edificio.
La idea de crear un centro cívico, que acerque a los tres poderes y al Tribunal Supremo de Elecciones, no es nueva. De hecho donde está el Registro Civil, a una cuadra de la Asamblea Legislativa, estuvo en el pasado la Casa Presidencial.
Pero la idea de trasladarla al CENAC levantó la protesta de los artistas. Su argumento es que el edificio es centro de un trabajo artístico permanente, y que actividades como la danza quedarían desprotegidas.
Por ejemplo, la sede de la Compañía Nacional de Danza fue especialmente diseñada para la actividad, con pisos muy costosos, especiales para la labor de los bailarines.
También los grupos independientes se benefician con un teatro especializado en la danza, el único en su género en el país.
Pese al gran hermetismo con que el asunto se maneja, “7 Días” supo que en Casa Presidencial otra comisión trabaja para proponer en los próximos días el traslado al CENAC de algunas oficinas de la Presidencia, y mantener museo y teatros. Pero los artistas opinan que ese traslado, aun así, hará desaparecer el CENAC como centro de cultura.
El traslado de la Casa Presidencial cuenta con un segundo obstáculo, este de tipo legal, y esos viejos edificios admiten modificaciones muy pequeñas, casi mínimas, dado a que todo el inmueble fue declarado Patrimonio Nacional.
Efectivamente, detrás del Tribunal Supremo de Elecciones el gobierno tiene un amplio terreno que hoy ocupa una comisaría de la Fuerza Pública.
El traslado de Casa Presidencial tiene todavía un obstáculo más, y es el financiero, no solo para hacer remodelaciones que de por sí son muy costosas.
La falta de edificios adecuados es un mal endémico del sector público. Quizá el caso más serio es el del mismo Ministerio de Hacienda, que gasta 1.300 millones cada año en alquileres.
Pero el caso más claro de insolvencia es la Asamblea Legislativa.
El así llamado primer poder de la República se había instalado originalmente en un edificio que fue construido para ser Casa Presidencial, al cual se le agregaron más tarde la actual sala de plenarios y más y más oficinas.
Después compró varios edificios aledaños, con el del antiguo Colegio de Sión.
Durante años, la Asamblea ha gastado 200 millones anuales en reparaciones mínimas y otro 40 millones en alquileres.
La Asamblea ha hecho varios proyectos de construcción de un nuevo edificio. Cada proyecto cuesta muchos millones.
La última maqueta se encuentra guardada encima de una montaña de chunches viejos en la bodega de la Asamblea. Se trataba de un proyecto de 15.000 metros cuadrados de construcción a un costo de 15 mil millones de colones. Las posibilidades de que se lleven a la práctica, son ahora prácticamente nulas.
Los artistas afirman que no permitirán que el propósito de este viejo edificio sea cambiado, que lucharán a sangre y fuego para defenderlo y que solo a la fuerza los sacarán de allí.
Para un presidente que ha ganado las elecciones sin el apoyo mayoritario de las ciudades, ganarse la enemistad del sector de la cultura parece un desacierto. Esta es la primera batalla del gobierno. ¿Se convertirá también en la primera derrota? Los próximos meses dirán la verdad.